Las Setas de Sevilla son un fenómeno arquitectónico que trasciende lo puramente constructivo. Se trata de una estructura que combina elementos de ingeniería contemporánea con referencias históricas y que genera una respuesta emocional en quienes la observan. Esta combinación de factores técnicos, contextuales y sensoriales es lo que distingue a los proyectos arquitectónicos verdaderamente significativos de aquellos que simplemente resuelven un problema funcional.
El Metropol Parasol, su nombre oficial, es un
ejemplo de cómo la arquitectura moderna puede dialogar con la identidad urbana
de una ciudad: ha transformado un espacio degradado en un lugar de encuentro y
reflexión que genera admiración y debate entre especialistas y ciudadanos.
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Historia se las Setas de Sevilla: Cómo Nació Una Idea en una Plaza Olvidada
Corría la primera década del 2000 cuando Sevilla decidió
actuar en la plaza de la Encarnación. Ese espacio, que en su día fue el corazón
comercial de la ciudad, se había convertido en un lugar abandonado donde los
vendedores del mercado tradicional resistían como podían. En 2004, el
Ayuntamiento lanzó un concurso internacional con una misión clara: devolver la
vida a la plaza y al mercado.
De entre las sesenta y cinco propuestas presentadas desde
todo el mundo, una destacó por su audacia. El arquitecto berlinés Jürgen Mayer
presentó una idea nunca antes vista. No se trataba de un edificio convencional
ni de una solución tipológica habitual. Se trataba de una estructura que
parecía haber brotado del suelo mismo, inspirada en dos elementos profundamente
sevillanos: los centenarios ficus de la plaza de San Pedro y las bóvedas
góticas de la Catedral de Sevilla.
Lo interesante es que Mayer no intentó competir con estos
referentes históricos, sino entablar un diálogo con ellos. La madera laminada
de sus parasoles se ondulaba de manera similar a los arcos de la catedral. Esa
capacidad de reinterpretar lo histórico en términos contemporáneos fue lo que
cautivó al jurado. Ganó el concurso con una propuesta que prometía más que una
simple rehabilitación: ofrecía una transformación integral del lugar.
Estructura del Icono arquitectónico: Más Allá de lo que Se Ve
Al subir por primera vez a las Setas, se experimenta el
resultado de decisiones técnicas muy precisas. La estructura se compone de seis
parasoles de madera laminada que se alzan veintidós metros sobre el suelo
urbano. Estos descansan sobre pilares cilíndricos retroiluminados que crean un
cautivador efecto visual nocturno. El conjunto cubre aproximadamente tres mil
quinientos metros cuadrados y extiende su sombra sobre las plazas de la
Encarnación y Mayor.
Lo que hace especial a esta estructura desde el punto de
vista constructivo es la forma en que sus nervaduras se entrelazan. Cada
costilla tiene su propia curvatura, lo que genera esa sensación de movimiento
ondulatorio que caracteriza al conjunto. No se trata de un elemento decorativo,
sino que esa ondulación responde a cálculos de distribución de cargas, a la
forma en que el agua drena después de llover y a cómo la luz atraviesa la
superficie. La arquitectura es honesta: la forma comunica cómo funciona la
estructura.
Los ascensores están alojados en dos columnas de hormigón
que permiten acceder a diferentes niveles. Encontrarás espacio para eventos, un
recorrido panorámico a veintidós metros de altura y, finalmente, el mirador
superior, que ofrece vistas de prácticamente toda la ciudad histórica. Es el tipo
de disposición espacial que invita a explorar y a descubrir qué hay detrás de
la siguiente curva.
Los Espacios que Ocupa: Tradición y Modernidad Bajo el Mismo Techo
Lo inteligente del proyecto es cómo resolvió algo que
parecía contradictorio: ser moderno sin destruir lo tradicional. Bajo la
estructura se encuentra una plaza mayor diáfana, un espacio comercial donde los
vendedores del mercado histórico han recuperado sus puestos. No se trata de un
mercado musealizado, sino de un mercado vivo que sigue formando parte del día a
día de Sevilla.
En el sótano se encuentra el Antiquarium, un museo donde se
exhiben los vestigios romanos y medievales que se descubrieron durante las
excavaciones. Es una capa más de significado: la plaza ahora contiene todo lo
que es Sevilla, desde sus raíces arqueológicas hasta su presente urbano. El
arquitecto sevillano Felipe Palomino González participó en la dirección de esta
parte del proyecto arquitectónico, garantizando que el encuentro entre pasado y presente fuera
coherente.
¿Merece la pena subir a las setas de sevilla?
La razón por la que las Setas cautivan tiene poco que ver
con ser la estructura más grande o la más cara. Tiene que ver con el hecho de
que resuelve una tensión universal en la arquitectura contemporánea: cómo crear
algo nuevo sin romper con lo existente.
Cuando la ves de cerca, te das cuenta de que nada es
gratuito. Los ciudadanos pronto llamaron «Setas» a la estructura, no porque
alguien lo hubiera planeado así, sino porque su forma lo sugería naturalmente.
Es interesante desde cualquier perspectiva: cuando un proyecto se vuelve
familiar rápidamente y la gente lo rebautiza con cariño, es porque ha
encontrado algo con lo que conectar. En 2013, se decidió hacer oficial este
apodo, reconociendo que la arquitectura no solo es lo que diseñan los
arquitectos, sino también lo que la ciudad decide que es.
Desde su inauguración en 2011, ha recibido más de un millón de visitantes al año. No solo vienen a ver una estructura bonita. Vienen porque representa algo: la posibilidad de que una ciudad se reimagine a sí misma, de que recupere espacios olvidados y de que hable con su propia historia mientras mira hacia adelante.
La arquitectura verdaderamente buena tiene esta cualidad. No te exige que la entiendas, te invita a estar en ella, a usarla y a sentirla. Las Setas de Sevilla hacen exactamente eso.